viernes, 25 de octubre de 2013

POST MORTEM (De cómo creí haber amado y nunca amé a Verónica Mulier)



Querida Verónica, disculpa el tiempo que ha pasado en el que no has vuelto a saber de mí, pero apenas y he podido tener momentos para respirar en esta semana a causa de los estudios y los quehaceres de mi mundo. Como era de esperar mis líneas hacia ti han generado toda una serie de juicios y especulaciones, supongo esta tercera carta hará lo mismo. Algunos aseguran que escribirte me traerá problemas, otros aseguran que tales letras son solo una proyección de mi soledad (menuda conclusión), y para mi mayor gracia tres chicas están convencidas (y me lo han hecho saber) qué mis líneas son para ellas. En fin, cada uno está tan lejos de la realidad como la honestidad en los políticos Venezolanos.

Decidí escribirte estas líneas pues considero oportuno decir después de estos años lo que creo nunca se dijo. Mi querida Verónica, hoy después de tanto meditar he llegado a la conclusión de que nunca te amé, aunque siempre creí hacerlo. Pero sin duda alguna ante ti creció un muy bello sentimiento que intentaba conocer cada día más lo que eras y lo que quería que fueras a mi lado; te recuerdo como una bella luz en mi vida que danzaba de aquí y para allá, alma soñadora de mundos perfectos que sonreía de forma frecuente ante mis constantes cambios de humor productos de mi impaciencia. Cuantas fueron las salidas y las caminatas tomados de la mano, cuantos fueron los besos y los abrazos, los detalles y las caricias, las canciones dedicadas y las visitas a hogares que poco a poco nos enamoraron al igual que tantas otras vidas que comparten presencia en este mundo tan confuso. ¿Pero entonces que falló?, ¿por qué llegué a concluir que nunca te amé?

Verás, he notado que cuando las personas se enamoran todo es maravilloso, es una fuerza verdaderamente poderosa esa que mantiene a los seres humanos dopados por el otro. Los defectos y errores son manejables bajo este estado, la expectativa de futuro está a 101%, la fortaleza de la relación es como el acero y cada uno termina viendo en el otro la metamorfosis de la belleza exterior. Pero esto no es amor Verónica, es tan solo una faceta inicial del mismo, que de forma ilusoria les obliga a decir a sus corresponsales: TE AMO.

Pero este sentimiento algunas veces recíproco y otras no, se extingue; está condenado desde su nacimiento a morir, y esto es necesario para que evolucionen o mueran relaciones. Ahora bien, el tiempo que esto tarda en suceder es variable respecto a los miembros de la relación pero algo es seguro, sucederá en años, semanas o meses pero sucederá. La causa de tal muerte es producto de la convivencia, cada día que se pasa  junto a otro es un conocer y un aprender, y ahí justo ahí es que los seres humanos tenemos oportunidad a través de los detalles que emanan del otro, conocer un poco de esa interioridad que en primera instancia se mostró como perfecta. Comenzarán los disgustos internos, esos que las parejas sienten pero que no notifican para llevar la fiesta en sana paz; y poco a poco sin que alguno haya notado cuando exactamente empezó, el sentimiento que antes era tan vivo comenzará a apagarse como una antorcha en medio de la noche; a veces tal evento es simultaneo, y otras como en nuestro caso sucede en distintas frecuencias.

Llegará una noche mi querida Verónica en que alguno de los dos tomará al fin la decisión de decir (primero de forma interna), YA NO LE AMO. Y es aquí justo aquí que sucede el más maravilloso de los eventos de una pareja. La de poder acceder al amor en su estado consciente como seres que desean unir sus vidas verdaderamente.

Ante tal confesión sucede un encuentro entre la persona y el AMOR, y me refiero a este amor como entidad y no como sentimiento pues no lo es.  Ahora toca decidir lo que su grado de madurez y conocimiento del mismo le permite hacer ante la muerte del enamoramiento. Algunos tantos deciden finiquitar la relación tristemente incluso matrimonios, otros prefieren esperar que sea el otro que tome la iniciativa y así ahorrarse la terrible carga de ser el malo, algunos mienten y engañan buscando como  narcótico volver a sentirse enamorados; y esta es una de las variantes que más observo, me resulta increíble lo propagado que está en el mundo tal salida ante la muerte del enamoramiento. Estas personas aseguran amar a sus parejas oficiales pero abren sucursales afectivas en busca de tal estado de satisfacción, en ellos veo reflejado el peor de los destinos, pues son en la sociedad como la SS nazi, asesinos de muchos deseos por satisfacer egoístamente los propios. Pero existen otros mi querida Verónica, otros que deciden AMAR, tomar la decisión de aceptar la muerte del enamoramiento con responsabilidad y emprender el duro camino del Amor.

Amar al otro equivale a una decisión que nos asegura un sufrimiento, que espera de nosotros un fortalecimiento, una desarrollo de la “tolerancia”, un deseo de continuar, un saber que el otro es distinto a mí y no puedo hacer que sea mi semejante, entender que no es mi alma gemela pero si un alma con la que puedo crecer y aprender a amar, que aunque el enamoramiento ha muerto somos seres que aman, capaces de revivirlo y convertirlo.  Pero para que esta asimilación se dé, es necesario que la apuesta sea recíproca, y para tal efecto se requiere un grado de madurez que no todas las parejas poseen hoy en día. Hay quienes viven toda una vida de apariencias con un infierno en sus corazones para mostrarle a los demás que son felices cuando tal cosa está inmensamente lejos de ser. Quiero decirte Verónica, que amar es tan grande que equivale decirle al otro si fuera necesario: te dejo porque te amo y sé que en ti tal concepto es un sentimiento destinado a morir si es que ya no ha muerto.

Pero cuanta fuerza de voluntad requiere una persona bombardeada día a día de sentimentalismos y apegos para tomar la decisión de dejar ir lo que les ata a la infelicidad afectiva, e integrar sus pasados en sus presentes para poder gozar de futuros al lado de otros. Cuanto necesitan tantos como nosotros para no forzar la relación hasta el asesinato sino entender que aunque no funcione lo soñado no significa que es tiempo perdido, sino ganado en el aprendizaje y evolución del amor en cada alma; no se trata pues de ser feliz contigo sino de aprender a serlo con cualquiera que sea capaz de amarme y enseñarme a amar. A veces Verónica el amor pasó y pasa en frente de nuestras narices y nuestros apegos no nos permiten verlo. Dejamos ir la felicidad por la mala interpretación de una fachada y escogemos el sufrimiento hijo del bello pero vacío sentimentalismo.   

Mi tan querida Verónica, es ante la experiencia y la escucha de mis cortos años que he alcanzado entender que por ti siempre sentí un enamoramiento prolongado que se extinguía con el entrar de los años, pero verdaderamente nunca te amé. Nunca fui capaz al igual como tantos cadáveres sociales de entender mis capacidades con respecto al amor. Pero así debía y tenía que pasar, no existía otra forma de terminar lo que creíamos era amor; pues que sería de mí, de ti y de las líneas que nos comunican si tales concepciones hubiésemos dominado en aquellos años de sonrisas.

Pero pronto volverás a saber de mí, espero sepas perdonar mi confesión y entender mi concepción. 

Quien te quiere. YO.  


P.D.: Mi enfermedad sigue avanzando, siento que cada día se me acaba un poco más la vida, espero no morir antes de decir todo cuanto debo

jueves, 17 de octubre de 2013

POST MORTEM (De Cómo me Enamoré de Verónica Mulier )



Querida Verónica, sé que en mi pasada carta fui un poco confuso en expresar mi sentir, pero debía serlo si es que deseo proteger en la medida de lo posible tu identidad (si es que la tienes); de igual manera es muy probable que estas líneas llamen aún más la atención de quienes las lean, pero considero justo contarte cómo fue que me enamoré de ti antes de morir.

Recuerdo perfectamente querida mía aquel bello momento, fuiste presentada por una amiga y a primera impresión me pareciste una criatura tan ordinaria como cualquier otra, tenías risa escandalosa con mirada viva como de quien siempre está interesado por algo; de cierta manera podría decir hoy en día que no era tu personalidad de mi agrado, me resultabas inoportuna, poco prudente y algo presumida. Pero como la vida regala días llenos de oportunidades estos pasaron y con ellos mi curiosidad por descubrir en ocasiones tu irritante compañía.

Supongo que mi enamoramiento comenzó a fraguarse, pues ya me resultabas más placentera a mi lado que lejos de mí. Comencé a valorar poco a poco los momentos que pasaba a tu lado y por extraño que parezca noté en ti una belleza casi hipnotizante que había pasado por alto al conocerte, ahora me resultabas completamente atractiva y destinaba mis esfuerzos en lanzar miradas escondidas entre las personas para contemplarte, chistes tontos para hacerte reír y detalles creativos para complacerte.

Las llamadas y los mensajes se hacían cada vez más frecuentes, en ellos la noche era cobija de bellas palabras y preguntas que intentaban conocer más y más detalles de ti. Dedicaba canciones que reflejaran mi sentir por ti y tú hacías lo mismo de forma más disimulada, solo escribías: “Ey, has escuchado tal canción de tal artista, me gusta bastante”, y con ello dabas a mi astucia disfrazada de inocencia el regalo de una dedicación. 

Salimos por primera vez con amigos, temiendo que vieran lo pronto que crecía esta atracción entre nosotros, al parecer estos personajes tienen un poder muy importante en las relaciones, podría considerarles una segunda conciencia afectiva; por un lado criticaran, por el otro adulan, interceden en favor de quien gana su complacencia y sirven de pozo de secretos y confesiones. Pero ¿cómo sabemos sin duda alguna quien nos miente Verónica?, cómo saber quiénes son verdaderamente nuestros amigos en sentidos de confidencialidad afectiva si somos humanos y no hay en el mundo especie que genere más desconfianza en respuestas, que nosotros mismos.

Ya con el tiempo los amigos y no los tan amigos entendieron que en nosotros la amistad estaba siendo desplazada por el enamoramiento, ya salíamos solos sin chaperones, compartíamos más charlas y sonrisas y tuvimos oportunidad en uno de estos encuentros de conocer el sabor de los labios del otro. Era verdaderamente fascinante sentir desprenderme de la realidad por medio de un beso tuyo. Yo sentía mi corazón latir con fuerza anormal al estar abrazado a tus tiernos brazos, y mi alma retumbaba en mi cuerpo como un libre danzante, cuando en medio de ellos dejaba posar mis labios sobre los tuyos.

No sé cómo pasó, no sé en qué momento sucedió, pero me enamoré profundamente de ti. Amaba ahora tu personalidad, aceptaba tus defectos, soñaba una vida completa contigo, las grandes vivencias que tendríamos, la familia que queríamos, la casa que soñábamos. Queríamos estar así con ese sentimiento por el resto de la vida. Decíamos los unos a los otros en cada oportunidad que el día nos brindara, TE AMO.

Pero he aquí nuestro grave pero necesario y justo error, he aquí la muerte anunciada de tantos; la de dejar de conocernos para vivir el enamoramiento y dejar que este nos conduzca. Y es que la mayor parte de las preguntas que se hacen los que intentan conocerse con intenciones de amarse se sitúan en gustos, preferencias, actitudes y cosas que desagraden. Con ello creen conocer lo necesario para amar a otro, pero olvidan otros factores muy influyentes. EL PASADO.

El amor mi querida Verónica, es evolucionable en la conciencia de los seres humanos, aprendemos a amar poco a poco a través de las vivencias que tenemos. No te parece curioso que si le preguntas a un grupo de personas de todo tipo, clase y profesión sobre que es el amor y que es el odio (fuerzas fundantes para muchos filósofos de la historia), la gran mayoría coincidirán en el concepto de odio pero fallarán en el concepto de amor; cada una pareciera darle una definición según como se sientan con él, puesto que la mayoría de las personas están convencidas que el amor es un sentimiento muy poderoso y nada más, las respuestas son variables en todo sentido.

Por este motivo el pasado de las personas juega un papel fundamental en sus concepciones del amor, estas variarán según las vivencias de sus ayeres. La niñez es un periodo fundamental en este aspecto. Me resulta curioso ver como los hombres suelen buscar en sus parejas el cuidado que les brindaba su madre en casa o lo que los amigos esperan ver de él, como las mujeres desean del hombre la felicidad que creen sus madres no tuvieron incluso si sus padres siguen casados, como las novelas de la tarde no dejan de contaminar a la humanidad con idealismos y proyecciones afectivas tan irreales y repetitivas que con ver una ya las sabes todas.  Nunca he visto una telenovela donde la protagonista quede sola, frustrada y fracasada, queriendo no volver a enamorarse para no sufrir más; pero como veo esto a diario entre las personas.

Fue mi niñez escondida en la adultez de la edad la que no me permitió verte como un todo y no como una novia. Olvidé que como persona eres más que lo que muestras en la afectividad y primordialmente no entendí que siendo el amor mucho más que sentimientos, y los sentimientos no son eternos, el enamoramiento en el mismo momento en que nace está condenado a la muerte. Así que la idea de que las personas pueden vivir en ese estado hipomaniaco por llamarlo de alguna manera, es un completo engaño, vendido por la televisión y literaturas sentimentalistas que describen sentimientos pero no fundamentos. EL ENAMORAMIENTO (etapa inicial del amor de parejas) TIENE QUE MORIR PARA DAR PASO AL “AMOR” y una vez en el amor poder reenamorarse de nuevas maneras pero conscientes de que no es posible para criaturas en potencia como nosotros vivir en estados plenos de satisfacción con otros. Somos distintos, con evoluciones del amor en nosotros distintas y por ende amarnos conlleva a un proceso de aprendizaje y conocimiento que lleva toda una vida.
Mi querida Verónica, ¿que sería de nosostros si hubiese conocido estas cosas cuando te conocí?, posiblemente te hubiese seguido viendo como una criatura ordinaria sin mayor interés, por ello agradezco a Dios por los errores que permite abrumen en algún momento mi vida, no he tenido ninguno del cual no haya aprendido algo.

Pronto te escribiré nuevamente, necesito contarte muchas cosas antes que en cualquier momento la muerte llegue a mí. 

P.D.: Creo es la primera vez que revelo tu apellido, si es que lo tienes…

martes, 15 de octubre de 2013

POST MORTEM (Carta a Verónica)



Querida Verónica, ¿cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que te escribí unas líneas?, ya sabes que he perdido la concepción clara del tiempo y de cuando en vez la de realidad. Supongo que ahora con el paso de los años debo ser muy prudente al dejar ir las líneas, pues la curiosidad de saber tu identidad (si es que posees existencia) podría despertar toda una ola de juicios inquisidores en mi contra por esas personas que me aman tanto que serían capaces de asesinarme si la lengua fuera una espada.

La última vez que le permití a mis manos escribirte poseías una multiformidad admirable y al mismo tiempo preocupante; pero ahora que eres más univoca prometo ser claro (en lo que pueda)  al momento de escribirte. Siento de cierta manera que tengo tantas cosas por decir y contarte, que esto ha de valer la pena. Es que la vida me ha cambiado tanto que no sabría por dónde comenzar.

Creo según lo que se fragua en mi mente que esta es una carta de amor, algo reveladora y de forma inexplicablemente útil para los curiosos, ha de serlo pues se me ocurrió escribirte en una misa y me acompaña en cada tecla un gran sentimiento de amor por ti. Después de todo estás en mí desde hace muchos años atrás.


Mi amada Verónica, estoy muriendo. La vida se me está apagando cada día más y más y no sé cuánto tiempo soportaré esta agonía, podrían ser años, no tengo certezas. Comprenderás que no es para nada cómodo escribirte después de estos años para anunciarte tal tragedia, pero me he encontrado con una verdad de esas abrumadoras que parecieran ser constitutivas del alma y necesito contártela antes que la muerte acabe de llegar a mi puerta. Supongo así se sentiría un Descartes calentándose en el fuego cuando llegó a él el Método Cartesiano, y es obvia la exageración de mi comparación pero en este nuestro mundo hasta los cuadrados redondos son posibles.

Quiero hablarte sobre el declive de nuestro amor y de cómo contraje la enfermedad que acaba cada día más conmigo. Supongo recordaras toda nuestra historia, cuanto nos amábamos y cuanto compartimos juntos, eras novia de papel, recuerdo de infancia, enamoramiento fascinante, traición decepcionante, platonismo, idealismo, irrealismo y algo de misterio. Eras parte de mi mundo y constructora de mis sueños, mi tan amado amor y mi tan preciado tesoro.

Pero los caminos de la vida te arrancarían de mi mano como la hoja violentada por el fuerte viento, y entre una y otra cosa me vería envuelto en esta enfermedad, que luego de meditarla por más de dos años he llegado a la conclusión que la poseía desde la niñez. Pero hoy postrado en esta cama puedo asegurar que encontré la razón de nuestro declive.

Verónica, mi ahora tan amada Verónica. Yo nunca te amé. Y que duras y contradictorias  suenan estas palabras cuando retumban en mi cabeza y corazón como el estruendo de un trueno en la noche. Es encontrarme con una verdad amarga y poco gratificante como hombre creyente de poseer en mi corazón el más bello de los lugares para ti; pero es que creo que como muchos jamás entendí el verdadero significado de la palabra que tantas culturas y tiempos han catalogado como fundante. Supongo que tengo ese genio maligno que nos hace errar sobre lo que creemos como verdad; por lo que aceptaré tus críticas ante tales líneas pero aun así es necesario escribirlas.

Aunque había estudiado las diferencias entre el Eros, la Filia y el Ágape que describe la psicología nunca había aplicado estas concepciones con el sentido de fundamento en nuestra relación. Solo me dejaba llevar por ese tan adictivo sabor del Eros que entraba por la ventana y me cautivaba de tal forma que la joven Capuleto y el chico Montesco eran nortes de pensamiento entre lo que sentía por ti. Eras a mis ojos bella y atractiva, con toques sensuales y sonrisas cautivantes, que disfrazadas de inocencia llenaron mi niñez y adolescencia de irregulares estados de ánimos con tendencias bipolares.

Pero Yo nunca te amé mi tan amada Verónica, no evolucioné mi corazón al punto de trascenderte de ese adictivo Eros a algo mucho más lógico para el alma que esa sensación de mariposas en el estómago que más de una vez confundí con pesares estomacales. Amar tendría que haber significado para los dos algo más allá del sentir, pues si sentimos por medio de los sentidos (y perdona la redundancia) y estos al parecer son degradados por la muerte del cuerpo o con el pasar de los años, entonces mi amor por ti sería como la rúbrica de la liturgia, hasta que la muerte nos separe. Y nos separó.

Pues aunque aún no formamos parte del cementerio de la ciudad los sentimientos que acompañaron a tan gratos y traumáticos días fueron muriendo poco a poco en el pozo de los recuerdos. Es un mal de índole pandémico que aunque no aparece en los periódicos inunda las redes sociales y las historias de las personas de este mundo. Cuantas historias después de ti y en medio de ti escuché sobre la muerte de tales sentimientos. Es un principio básico, simple, claro y distinto pero la idiotez parece ser menester del enamoramiento en los que no alcanzan como tantos mortales la correcta concepción del amor.

El amor tiene por lógica que ser algo más allá del sentimiento, de un simple sentirse agradable todo el tiempo (que pareciera ser el fin último de muchos hombres), pues me parece curioso que con todos los matrimonios ancianos con los que he tenido oportunidad de hablar en estos años parecieran agregar a su concepción de felicidad, la tolerancia.  Y es esto, precisamente esto lo que ha llegado a mí de forma revolucionaria a mi alma; esta es mi comparación con el cartesiano, y el motivo que aceleró mi muerte de forma inesperada, obligándome a escribirte las líneas. EL AMOR VERDADERO POR EL CUAL SE FUNDAMENTAN TODAS LAS COSAS QUE ASPIRAN A LA PLENITUD DE EXISTIR. 

Pero ahora la noche me impide continuar con todo esto, se supone que debo encontrar entre las sábanas al Topus Uranus que calme mi pensamiento y entre los más extraños y variados sueños me permita descansar tan agitada alma. Pronto recibirás otra carta explicándote lo que ahora vez difuso. Lamento toda molestia causada, pero con la muerte próxima he perdido un poco el sentido de valoración… 

Quien te ama y no te amó… YO      

P.D.: Lamento haberte referenciado con tan histórico nombre de mis escritos, pero he de valerme de la curiosidad para difundir mi contradictorio mensaje.