Querida Verónica,
¿cuánto tiempo ha pasado desde la última vez que te escribí unas líneas?, ya
sabes que he perdido la concepción clara del tiempo y de cuando en vez la de
realidad. Supongo que ahora con el paso de los años debo ser muy prudente al
dejar ir las líneas, pues la curiosidad de saber tu identidad (si es que posees
existencia) podría despertar toda una ola de juicios inquisidores en mi contra
por esas personas que me aman tanto que serían capaces de asesinarme si la
lengua fuera una espada.
La última
vez que le permití a mis manos escribirte poseías una multiformidad admirable y
al mismo tiempo preocupante; pero ahora que eres más univoca prometo ser claro
(en lo que pueda) al momento de
escribirte. Siento de cierta manera que tengo tantas cosas por decir y contarte,
que esto ha de valer la pena. Es que la vida me ha cambiado tanto que no sabría
por dónde comenzar.
Creo según
lo que se fragua en mi mente que esta es una carta de amor, algo reveladora y
de forma inexplicablemente útil para los curiosos, ha de serlo pues se me
ocurrió escribirte en una misa y me acompaña en cada tecla un gran sentimiento
de amor por ti. Después de todo estás en mí desde hace muchos años atrás.
Mi amada Verónica,
estoy muriendo. La vida se me está apagando cada día más y más y no sé cuánto
tiempo soportaré esta agonía, podrían ser años, no tengo certezas. Comprenderás
que no es para nada cómodo escribirte después de estos años para anunciarte tal
tragedia, pero me he encontrado con una verdad de esas abrumadoras que
parecieran ser constitutivas del alma y necesito contártela antes que la muerte
acabe de llegar a mi puerta. Supongo así se sentiría un Descartes calentándose en
el fuego cuando llegó a él el Método Cartesiano, y es obvia la exageración de
mi comparación pero en este nuestro mundo hasta los cuadrados redondos son
posibles.
Quiero hablarte
sobre el declive de nuestro amor y de cómo contraje la enfermedad que acaba cada
día más conmigo. Supongo recordaras toda nuestra historia, cuanto nos amábamos y
cuanto compartimos juntos, eras novia de papel, recuerdo de infancia,
enamoramiento fascinante, traición decepcionante, platonismo, idealismo,
irrealismo y algo de misterio. Eras parte de mi mundo y constructora de mis
sueños, mi tan amado amor y mi tan preciado tesoro.
Pero los
caminos de la vida te arrancarían de mi mano como la hoja violentada por el
fuerte viento, y entre una y otra cosa me vería envuelto en esta enfermedad,
que luego de meditarla por más de dos años he llegado a la conclusión que la
poseía desde la niñez. Pero hoy postrado en esta cama puedo asegurar que
encontré la razón de nuestro declive.
Verónica,
mi ahora tan amada Verónica. Yo nunca te amé. Y que duras y contradictorias suenan estas palabras cuando retumban en mi
cabeza y corazón como el estruendo de un trueno en la noche. Es encontrarme con
una verdad amarga y poco gratificante como hombre creyente de poseer en mi
corazón el más bello de los lugares para ti; pero es que creo que como muchos
jamás entendí el verdadero significado de la palabra que tantas culturas y
tiempos han catalogado como fundante. Supongo que tengo ese genio maligno que
nos hace errar sobre lo que creemos como verdad; por lo que aceptaré tus
críticas ante tales líneas pero aun así es necesario escribirlas.
Aunque había
estudiado las diferencias entre el Eros, la Filia y el Ágape que describe la
psicología nunca había aplicado estas concepciones con el sentido de fundamento
en nuestra relación. Solo me dejaba llevar por ese tan adictivo sabor del Eros
que entraba por la ventana y me cautivaba de tal forma que la joven Capuleto y
el chico Montesco eran nortes de pensamiento entre lo que sentía por ti. Eras a
mis ojos bella y atractiva, con toques sensuales y sonrisas cautivantes, que
disfrazadas de inocencia llenaron mi niñez y adolescencia de irregulares
estados de ánimos con tendencias bipolares.
Pero Yo
nunca te amé mi tan amada Verónica, no evolucioné mi corazón al punto de trascenderte
de ese adictivo Eros a algo mucho más lógico para el alma que esa sensación de
mariposas en el estómago que más de una vez confundí con pesares estomacales.
Amar tendría que haber significado para los dos algo más allá del sentir, pues
si sentimos por medio de los sentidos (y perdona la redundancia) y estos al
parecer son degradados por la muerte del cuerpo o con el pasar de los años,
entonces mi amor por ti sería como la rúbrica de la liturgia, hasta que la
muerte nos separe. Y nos separó.
Pues aunque
aún no formamos parte del cementerio de la ciudad los sentimientos que
acompañaron a tan gratos y traumáticos días fueron muriendo poco a poco en el
pozo de los recuerdos. Es un mal de índole pandémico que aunque no aparece en los
periódicos inunda las redes sociales y las historias de las personas de este
mundo. Cuantas historias después de ti y en medio de ti escuché sobre la muerte
de tales sentimientos. Es un principio básico, simple, claro y distinto pero la
idiotez parece ser menester del enamoramiento en los que no alcanzan como
tantos mortales la correcta concepción del amor.
El amor
tiene por lógica que ser algo más allá del sentimiento, de un simple sentirse
agradable todo el tiempo (que pareciera ser el fin último de muchos hombres),
pues me parece curioso que con todos los matrimonios ancianos con los que he
tenido oportunidad de hablar en estos años parecieran agregar a su concepción
de felicidad, la tolerancia. Y es esto,
precisamente esto lo que ha llegado a mí de forma revolucionaria a mi alma;
esta es mi comparación con el cartesiano, y el motivo que aceleró mi muerte de
forma inesperada, obligándome a escribirte las líneas. EL AMOR VERDADERO POR EL
CUAL SE FUNDAMENTAN TODAS LAS COSAS QUE ASPIRAN A LA PLENITUD DE EXISTIR.
Pero ahora
la noche me impide continuar con todo esto, se supone que debo encontrar entre
las sábanas al Topus Uranus que calme mi pensamiento y entre los más extraños y
variados sueños me permita descansar tan agitada alma. Pronto recibirás otra
carta explicándote lo que ahora vez difuso. Lamento toda molestia causada, pero
con la muerte próxima he perdido un poco el sentido de valoración…
Quien
te ama y no te amó… YO
P.D.: Lamento haberte referenciado con tan histórico nombre de mis escritos,
pero he de valerme de la curiosidad para difundir mi contradictorio mensaje.
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