Querida
Verónica, disculpa el tiempo que ha pasado en el que no has vuelto a saber de
mí, pero apenas y he podido tener momentos para respirar en esta semana a causa
de los estudios y los quehaceres de mi mundo. Como era de esperar mis líneas hacia
ti han generado toda una serie de juicios y especulaciones, supongo esta
tercera carta hará lo mismo. Algunos aseguran que escribirte me traerá
problemas, otros aseguran que tales letras son solo una proyección de mi
soledad (menuda conclusión), y para mi mayor gracia tres chicas están convencidas
(y me lo han hecho saber) qué mis líneas son para ellas. En fin, cada uno está
tan lejos de la realidad como la honestidad en los políticos Venezolanos.
Decidí
escribirte estas líneas pues considero oportuno decir después de estos años lo
que creo nunca se dijo. Mi querida Verónica, hoy después de tanto meditar he
llegado a la conclusión de que nunca te amé, aunque siempre creí hacerlo. Pero sin
duda alguna ante ti creció un muy bello sentimiento que intentaba conocer cada
día más lo que eras y lo que quería que fueras a mi lado; te recuerdo como una
bella luz en mi vida que danzaba de aquí y para allá, alma soñadora de mundos
perfectos que sonreía de forma frecuente ante mis constantes cambios de humor
productos de mi impaciencia. Cuantas fueron las salidas y las caminatas tomados
de la mano, cuantos fueron los besos y los abrazos, los detalles y las
caricias, las canciones dedicadas y las visitas a hogares que poco a poco nos
enamoraron al igual que tantas otras vidas que comparten presencia en este
mundo tan confuso. ¿Pero entonces que falló?, ¿por qué llegué a concluir que
nunca te amé?
Verás, he
notado que cuando las personas se enamoran todo es maravilloso, es una fuerza
verdaderamente poderosa esa que mantiene a los seres humanos dopados por el
otro. Los defectos y errores son manejables bajo este estado, la expectativa de
futuro está a 101%, la fortaleza de la relación es como el acero y cada uno
termina viendo en el otro la metamorfosis de la belleza exterior. Pero esto no
es amor Verónica, es tan solo una faceta inicial del mismo, que de forma
ilusoria les obliga a decir a sus corresponsales: TE AMO.
Pero este
sentimiento algunas veces recíproco y otras no, se extingue; está condenado
desde su nacimiento a morir, y esto es necesario para que evolucionen o mueran
relaciones. Ahora bien, el tiempo que esto tarda en suceder es variable
respecto a los miembros de la relación pero algo es seguro, sucederá en años,
semanas o meses pero sucederá. La causa de tal muerte es producto de la
convivencia, cada día que se pasa junto
a otro es un conocer y un aprender, y ahí justo ahí es que los seres humanos
tenemos oportunidad a través de los detalles que emanan del otro, conocer un
poco de esa interioridad que en primera instancia se mostró como perfecta. Comenzarán
los disgustos internos, esos que las parejas sienten pero que no notifican para
llevar la fiesta en sana paz; y poco a poco sin que alguno haya notado cuando
exactamente empezó, el sentimiento que antes era tan vivo comenzará a apagarse
como una antorcha en medio de la noche; a veces tal evento es simultaneo, y
otras como en nuestro caso sucede en distintas frecuencias.
Ante tal confesión
sucede un encuentro entre la persona y el AMOR, y me refiero a este amor como
entidad y no como sentimiento pues no lo es. Ahora toca decidir lo que su grado de madurez
y conocimiento del mismo le permite hacer ante la muerte del enamoramiento. Algunos
tantos deciden finiquitar la relación tristemente incluso matrimonios, otros
prefieren esperar que sea el otro que tome la iniciativa y así ahorrarse la
terrible carga de ser el malo, algunos mienten y engañan buscando como narcótico volver a sentirse enamorados; y
esta es una de las variantes que más observo, me resulta increíble lo propagado
que está en el mundo tal salida ante la muerte del enamoramiento. Estas personas
aseguran amar a sus parejas oficiales pero abren sucursales afectivas en busca
de tal estado de satisfacción, en ellos veo reflejado el peor de los destinos,
pues son en la sociedad como la SS nazi, asesinos de muchos deseos por
satisfacer egoístamente los propios. Pero existen otros mi querida Verónica, otros
que deciden AMAR, tomar la decisión de aceptar la muerte del enamoramiento con
responsabilidad y emprender el duro camino del Amor.
Amar al
otro equivale a una decisión que nos asegura un sufrimiento, que espera de
nosotros un fortalecimiento, una desarrollo de la “tolerancia”, un deseo de
continuar, un saber que el otro es distinto a mí y no puedo hacer que sea mi
semejante, entender que no es mi alma gemela pero si un alma con la que puedo
crecer y aprender a amar, que aunque el enamoramiento ha muerto somos seres que
aman, capaces de revivirlo y convertirlo. Pero para que esta asimilación se dé, es
necesario que la apuesta sea recíproca, y para tal efecto se requiere un grado
de madurez que no todas las parejas poseen hoy en día. Hay quienes viven toda
una vida de apariencias con un infierno en sus corazones para mostrarle a los
demás que son felices cuando tal cosa está inmensamente lejos de ser. Quiero decirte
Verónica, que amar es tan grande que equivale decirle al otro si fuera
necesario: te dejo porque te amo y sé que
en ti tal concepto es un sentimiento destinado a morir si es que ya no ha
muerto.
Pero cuanta
fuerza de voluntad requiere una persona bombardeada día a día de
sentimentalismos y apegos para tomar la decisión de dejar ir lo que les ata a
la infelicidad afectiva, e integrar sus pasados en sus presentes para poder
gozar de futuros al lado de otros. Cuanto necesitan tantos como nosotros para
no forzar la relación hasta el asesinato sino entender que aunque no funcione
lo soñado no significa que es tiempo perdido, sino ganado en el aprendizaje y
evolución del amor en cada alma; no se trata pues de ser feliz contigo sino de aprender
a serlo con cualquiera que sea capaz de amarme y enseñarme a amar. A veces
Verónica el amor pasó y pasa en frente de nuestras narices y nuestros apegos no
nos permiten verlo. Dejamos ir la felicidad por la mala interpretación de una
fachada y escogemos el sufrimiento hijo del bello pero vacío sentimentalismo.
Mi tan
querida Verónica, es ante la experiencia y la escucha de mis cortos años que he
alcanzado entender que por ti siempre sentí un enamoramiento prolongado que se extinguía
con el entrar de los años, pero verdaderamente nunca te amé. Nunca fui capaz al
igual como tantos cadáveres sociales de entender mis capacidades con respecto
al amor. Pero así debía y tenía que pasar, no existía otra forma de terminar lo
que creíamos era amor; pues que sería de mí, de ti y de las líneas que nos
comunican si tales concepciones hubiésemos dominado en aquellos años de sonrisas.
Pero pronto
volverás a saber de mí, espero sepas perdonar mi confesión y entender mi
concepción.
Quien te quiere. YO.
P.D.: Mi enfermedad sigue avanzando,
siento que cada día se me acaba un poco más la vida, espero no morir antes de
decir todo cuanto debo
Qué identificada me siento con esto..
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