Antes de poder
pronunciar palabra alguna las voces continuaron. Sí, estamos al tanto de la
presencia del Arlequín; al igual que nosotros él es una proyección de como la
casa a identificado a un ser que aunque externo, merodea de cuando en vez los
lugares más oscuros del paisaje. Así como “el misterio” es responsable de todo
cuanto crece él es mediatamente responsable de todo cuanto muere.
Miré fijamente
a una de las mujeres esperando encontrar un rostro definido en el destello luminoso
pero tal búsqueda resultó inútil. Así que pregunté: ¿el misterio?
-El misterio,
es el nombre por el cual podemos referirnos a tal ser, papá es el nombre por el
cual “tu pequeño yo” puede referirse y así sucesivamente cada habitante en esta
casa tiene formas de identificarlo. Su existencia es un verdadero misterio
inalcanzable para nuestra lógica, existen diferencias espacio temporales que no
nos permiten entender su plenitud, pues siendo la fuente misma de la sabiduría
solo podemos acceder a ella de forma parcial a través de la revelación;
constituye la fuerza primaria impulsora de todo cuanto existe en esta casa y
fuera de ella, es lo más grande de lo cual tu pensamiento puede alcanzar, por
lo que le definimos como el origen y mayor fuerza del universo. El amor.
Cada ser vivo
se encuentra unido de una u otra forma a este misterio, identificado por los
hombres a lo largo de todos los tiempos de muchas formas, bajo numerosos
nombres, pero siendo solo uno. Al igual que todo en el hombre,
su percepción de amor evoluciona junto a él, cuando eras niño considerabas a
tus padres como protectores absolutos, invencibles, poseedores de la verdad, incluso
temibles; al convertirte en adolescente te revelaste ante ellos pensando que no
te comprendían, luego con el paso de los años pensarás que no están tan
pendiente de ti como deberían preocupándose demasiado, y al envejecer les
recordarás como grandes seres que te amaron con todas sus fuerzas y a quienes
debes en gran parte toda tu vida y el haber aprendido a amar. Del mismo modo el
amor de Dios en los hombres ha evolucionado en la manera de aceptarlo, hoy en
día aunque no lo parezca es más difícil irse a la guerra que en el Medioevo. Quienes
desean los conflictos aunque a veces lo pareciera no son mayoría. Luz y
oscuridad se esparcen por el mundo desde sus orígenes por medio de la libertad.
¿Libertad? Pregunté
desconcertado.
El amor
constituye en su propia existencia a la libertad para decidir amar, ningún amor
puede serlo si este se encuentra obligado a ser; entenderás que en esa libertad
el hombre puede escoger no amar y por ende romper la relación que lo une a el
misterio. Así entra la oscuridad a los seres humano, a sus casas. Siendo
un acto contrario al amor merecedor de
una consecuencia para quien lo ejecuta y a quienes afecta, el hombre debe
hacerse responsable de sus actos y sus sufrimientos, pero curiosamente es ante
el sufrimiento que los hombres muestran su verdadera caridad.
Aunque parecía
entender lo que me decían no me atreví a interrumpirlas. Ellas continuaron.
Así como el
misterio es referente al amor, el arlequín es referente al odio y al egoísmo. Es
él quien ínsita de forma incesante a los hombres a romper su relación con el misterio,
aunque no pueda interferir directamente si puede persuadirles para que hagan
mal uso de su libertad y sufran, lastimen y maten por ello. Así nacen dragones
como el tuyo, producto de tu error y el de otros, dejando cicatrices en ti tan
profundas como se lo permitas. Esta casa que es un mero reflejo imaginario de
tu alma, está condicionada a esa lucha entre luz y oscuridad, al susurro y
burla del arlequín y a la súplica por amor del misterio. Pero aun siendo estas
dos fuerzas superiores a ti, tu capacidad de escoger es, ha sido y será
inviolable. Aunque el cielo se torne oscuro como la noche y el paisaje esté
invadido de brea escupida por tus dolores, no existe oscuridad en ninguna casa
que con la aceptación y opción del hombre por el misterio, no pueda ser
blanqueada y transformada.
El amor es de
todas la mayor fuerza del universo, solo debes aceptarlo y lo que creías imposible
dejará de serlo.
-Pero ¿dónde
puedo encontrar al misterio, como hago para llegar hasta él?, pregunté con
fuerte voz.
-La mayoría de
los hombres buscan al misterio en lo externo, en teorías, libros,
investigaciones, culturas, opiniones; muchos mueren sin saber que siempre
estuvo con ellos inhabitado sus vidas; solo tenían que escucharle, solo deben
guardar silencio en su corazón y hablar tal como tú nos hablas y preguntas
ahora. Pero para ello deben despojarse de su vanidad y egoísmo, deben ser como
niños quienes simplemente confían en quien les extiende los brazos. Como notarás
una de nosotras representa a tu revelación, es ese espacio de tu alma donde por
gracia se te entrega lo que necesites para producir bien en ti o en otros. Aceptarlo
o dudar de ello es tu decisión.
¿Cómo puedo
entonces matar a mi dragón?
Las voces
guardaron silencio por un instante y alejándose suavemente de mí dijeron de
forma unísona:
-Esa es una respuesta
a la que debes llegar tú solo, si es que tal cosa es posible en esta casa. Tu dragón
se encuentra en el castillo del consciente. Suerte. Y diciendo esto se
desvanecieron en el aire.
En un instante
me encontraba nuevamente solo en el castillo, habían desaparecido los muebles y
todo lo demás, dándole su primer aspecto solitario de cuadros negros y blancos.
Caminé hacia todas las direcciones y todas parecían llevarme a las enormes
puertas doradas. Me detuve como al principio un instante y pensé firmemente en
el chimpancé, pero este no apareció; hice lo mismo con el señor “R” pero tampoco
obtuve resultados, así que se me ocurrió pensar en el misterio, guardé silencio,
cerré los ojos y comencé a recordar mi vida y mis experiencias, sintiéndome en todas
pequeño ante incomparable ser, pensé en todas las veces que me había sentido
amado y en las que yo amé. De pronto una voz como la de un susurro sonó en la
habitación.
-Ve mi
pequeño, encuéntralo, nómbralo y aprende.
De inmediato
abrí los ojos y con una gran alegría corrí hacia la puerta, jalé sus enormes
manillas doradas y al abrirla mi corazón dio un salto sobre mi pechó al
contemplar frente a mí, la fría y atemorizante figura del Arlequín, quien
parecía haberme estado esperando desde hace tiempo en el mismo lugar.
Una voz ahora gruesa
y carente d sentimiento alguno dijo...
Continuará