domingo, 25 de agosto de 2013

Mi Amigo el Dragón (Primera Parte)



En el ático de mi casa vive un niño algo peculiar, se la pasa solo deambulando por aquí y por allá, jugando a colorear las paredes del pensamiento, con ideas que deja desordenadas en la sala de mi creatividad. Esta podría ser la introducción perfecta que describe a tan misterioso ser que mantiene en la inocencia de su mirada el deseo de ser algún día un noble caballero de castillos de algodón distinto a cualquier otro jamás visto, uno que solo con su estandarte haría temblar al enemigo en batalla, casado con la más bella de las princesas de acuarela, su amada Eudaimonía, y dueño del más noble de los caballos, Justus. 

Admito que me cuesta referirlo en letras sin nombrarlo en pasado, pues por extraño que parezca las concepciones de tiempo-espacio en él no funcionan como en el resto de los habitantes de la casa; aunque lo escribo en pasado, lo recuerdo siempre en presente; ahora que lo menciono, nunca desde que descubrí que vivía ahí le he visto envejecer siquiera un solo día.

El señor “R” como siempre habría preferido que le llamara, era sin duda un niño de enorme belleza e inocencia, en su mirada parecía que podía ver el más hipnotizante de los oleajes marinos al caer la tarde, su sonrisa me recordaba a un antiguo parque que solía visitar con mi familia donde vendían algodones de azúcar de color rosado, su voz era cálida y podría jurar que su aliento en ocasiones tenía un aroma similar al pan recién horneado, su aspecto era bastante curioso, de piel morena y de ojos negros como la piedra de azabache, con cabello de igual color que era el típico caso de un olvido de corte, vestía siempre unos bermudas de jeans que parecían haber sido pantalones enteros en algún momento, tenía zapatos de caucho negro sin trenzas idénticos a los que entregaban las becas estudiantiles hace muchos siglos atrás, una camisa blanca de mangas cortas poseedora de un blanco deslumbrante como si una fuerza iluminadora le acompañara junto a muchas medallas de cartón pegadas en su pecho que daban la impresión las había hecho él mismo; pero lo más llamativo del señor “R”, era su peculiar sabiduría para entender las cosas de forma simple, que me cautiva aunque me pareciera extraña posesión para un niño.

Pero fue hace algunas noches atrás (pudo haber sido ayer, esta noche o hace siglos, no tengo certeza de ello), en que como costumbre fui a visitarlo para pedirle algunos consejos, esta vez sobre qué hacer con un arlequín que se cruzo en mi camino y no paraba de burlarse de mí. Estaba furioso, ante sus burlas y mi aparente incapacidad de vencerlo pues aunque intentaba ignorarlo  iba danzando a mi lado haciendo bromas pesadas y pedorretas, cantando cosas sin sentido repitiendo una y otra vez: 
 
-YO SÉ, YO SÉ, LO QUE ESCAPADO ESTÁ, YO SÉ, YO SÉ LO QUE TE PUEDE MATAR, SI PARA ÉL QUIERES LUCHAR ENTONCES TEN PORSEGURO QUE PERSEGUIDO SERÁS.

Por mis piernas pasaba el temblor de la ira al subir la escalinata del ático para ver al señor “R” y mis ojos se encendían botando llamaradas de intensos colores que inundaban el pasillo central. Llegue hasta la puerta que como de costumbre se encontraba cerrada, revisé mis bolsillos, tome con manos temblorosas la llave que siempre he llevado conmigo y me dispuse a abrir la puerta, pero un estrepitoso ruido inundó el lugar como un enorme metal cuando se retuerce ante la presión del océano; aquel espantoso rugido provenía del ático, así que con el cambio de sentir de la ira al temor sin pensarlo abrí la puerta y ahí estaba. Un enorme dragón de apariencia semiesquelética con la piel revestida de fuego balanceaba su cabeza de un lado al otro en la habitación, botando lo que parecían ser llamaradas de una especie de fuego negro impactante e incomparable con todo lo que había visto hasta entonces. 

Su espectral figura me paralizó completamente cuando sus enormes ojos de llamas rojas voltearon a verme, pero aquella imagen quedó reducida ante mi horror al ver lo que estaba junto a aquel monstruo, era…
Continuará

1 comentario:

  1. muy bueno... me sumergí en la lectura, tenia toda mi atención excelente, esperando pronto la siguiente parte. (eme)

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