Él contestó
con serenidad. Tus recuerdos siempre han estado en el castillo de la memoria,
lo que pasa es que pocas veces a lo largo de tu vida te detienes a mirar dentro
de la casa como ahora lo haces; al igual que muchas personas cuando lo
intentabas el rugido del dragón te atemorizaba y así dejabas al fantasma del
inconsciente mostrar una realidad ficticia. Papa trabaja constantemente en cada
persona para que puedan romper las irrealidades de la vida y enfrenten sus
propios dragones a través del conocimiento de sí mismos.
-Verás, las
falsas realidades pueden llevar a una persona a envejecer sin conocerse, es
como vivir con el amor de tu vida por muchos años sin siquiera saber su nombre
o como luce, por lo que suelen darle mucha importancia a la fachada de la casa
más que al interior, se llenan de banalidades y de cosas pasajeras, sus
preocupaciones se destinan en aparentar una felicidad tan efímera como el humo
que intenta ser atrapado por las manos de un niño. Si pasan mucho tiempo
viviendo en esa irrealidad, el castillo de sus conscientes comenzará cada vez a
hacerse más pequeño y de menos puertas, así que terminan olvidando quienes son
por completo y la mentira se convierte ahora en verdad, viven toda una vida
creyendo que el problema son los otros. Es algo muy triste de ver para nosotros
los niños internos.
Este castillo
podría considerarse como un puente que conecta al resto de los castillos que
puedes ver de esta casa, algunos conocidos aunque no siempre entendidos; los
letreros y las puertas por ejemplo, cambian porque tu mente hace que se
coloquen al alcance de tu visión los que más necesites según el estado de la
casa. Entre mayor conexión tengas con papa más puertas tendrás a tu disposición,
pues aunque no lo parezca esta sala es aún muy pequeña, por lo que es mucho el
camino que te queda por recorrer para conocerte a ti mismo. Ven, te mostraré.
Mi pequeño yo
me tomó de la mano y me llevó hasta uno de los letreros que señalando una puerta decía: “Señor R”, abrió la puerta
y detrás de ella se encontraba el ático, exactamente como lo había dejado antes
de tomar el vehículo de colores.
-Ahora que has
sumado a tu verdad mi existencia, la puerta que conduce a mi lugar se encuentra
aquí. Ahora inténtalo tú, prueba con la que quieras.
Miré a mi
alrededor y me encontré con un manojo de letreros que cambiaban constantemente
similar a los de un aeropuerto, vi algunos llamativos como: fobias y temores, enamoramientos,
habilidades y destrezas, creatividad, buen humor, debilidades etc. Pero sin
duda, uno llamó mi atención más que otro, pues como un destello veloz uno de
los letreros cambió y mostro el nombre de: “Arlequín” señalando a una puerta en
forma de naipe decorada de rombos rojos y blancos. Sentí un pinchazo en el
pecho y cambié la vista hacia otro lugar, pero el señor “R” interrumpió mi
pensamiento diciendo:
-Si, al igual
que yo él también tiene ahora una puerta en este lugar, pero no temas, recuerda
que más daño hace a las personas cuando su puerta no se encuentra en este
castillo.
Guardé un momento de silencio y
entonces me vino lo que para mí era una idea obvia.
-¿Entonces el
misterio también tiene una puerta?
El señor “R” levanto su mirada y
señalando con su mano a uno de los letreros y dijo: Ahí la tienes
Una puerta de
oro con relieves de figuras humanas con alas que sostenían al sol, apareció
ante mí, y junto a ella un impulso increíble por abrirla y conocer a tan
misterioso ser hasta ahora desconocido. Me acerqué casi corriendo a ella pero
de pronto el suelo de la habitación comenzó a hacerse inestable como si su
capacidad sólida se perdiera por una extraña magia y caminara ahora sobre una
especie de colchón desinflado; detuve mis pasos por un momento y el suelo
comenzó a volver a su normalidad por lo que supuse que se debía a mi euforia,
la cual capaz de confundir mis sentidos en ese castillo entorpecía mi caminar. Me
acerqué lentamente hasta llegar a la perilla de la puerta, la abrí despacio y
ante mis ojos se presentó una enorme habitación llena de muchísimos objetos de
todo tipo similar a un viejo deposito; en el área central una enorme biblioteca
llena de libros viejos que se ubicaban de forma semicircular y en su centro un
espejo de gran tamaño que reflejaba ahora mi sorprendida figura. Pregunté con
infinita extrañes al señor “R”: ¿qué es todo esto?
-Es mi papa
para ti. Contestó aquel niño. Debes recordar que tanto mi papa como el arlequín
son seres externos a ti, a diferencia de nosotros a ellos no puedes acceder con
abrir una puerta de este castillo, pues solo te mostrará lo que ahora conoces
de ellos y tus maneras de relacionarlo. Pero como ahora sabes que mi papa vive
en ti, un espejo en medio de las teorías de los libros se presenta en esta
habitación. Debes recordar en todo momento que todo lo que puedas entender de
él es por medio de la revelación, pues no importa cuánto estudies y leas, sino
vive en tu corazón los estudios serán solo cultivos de palabras complejas,
aunque aquí no puedas verlo no quiere decir que no está, él te ha acompañado
siempre y siempre lo hará pues su amor es inimaginable a la mente humana, a
veces llegará como la brisa que reposa en el césped del jardín y otras como una
bella mariposa que se posa en tus manos afligidas por el dolor; en ocasiones
será el consejo de un amigo y otras tantas el aprendizaje tras el dolor que
deja una traición. Él es la luz que guía tus pasos aun cuando camines en
sombras, es tu mayor defensa ante tus demonios, tu dragón y el arlequín.
Guardé silencio
por un momento y con algo de desilusión pero al mismo tiempo serenidad salí de
la habitación y sorpresivamente un nuevo letrero llamó mi atención, a menos de
un metro de distancia pude leer con claridad: “Demonios” y sin decir palabra
alguna abrí la puerta.
Me encontraba
ahora en un cuarto completamente vacío pintado de rojo escarlata con una silla
negra puesta en el medio y sobre ella el nudo de una soga. Aquella extraña
imagen me sorprendió pero decidí volver a cerrar la puerta. Mi pequeño yo me
miraba con una enorme sonrisa y solo me limité a decir en baja voz:
-Mejor ni
pregunto.
El soltó una
carcajada y yo me dispuse a abrir otra nueva puerta, identificada por un
letrero que decía: “conocimientos de ti”
Al abrir la
puerta el grito de negación del señor “R” retumbó en el lugar con gran fuerza y
de aquella puerta salió una enorme cantidad de…
Continuará
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