miércoles, 4 de septiembre de 2013

Mi Amigo el Dragón (VIII Parte)



Él contestó con serenidad. Tus recuerdos siempre han estado en el castillo de la memoria, lo que pasa es que pocas veces a lo largo de tu vida te detienes a mirar dentro de la casa como ahora lo haces; al igual que muchas personas cuando lo intentabas el rugido del dragón te atemorizaba y así dejabas al fantasma del inconsciente mostrar una realidad ficticia. Papa trabaja constantemente en cada persona para que puedan romper las irrealidades de la vida y enfrenten sus propios dragones a través del conocimiento de sí mismos.

-Verás, las falsas realidades pueden llevar a una persona a envejecer sin conocerse, es como vivir con el amor de tu vida por muchos años sin siquiera saber su nombre o como luce, por lo que suelen darle mucha importancia a la fachada de la casa más que al interior, se llenan de banalidades y de cosas pasajeras, sus preocupaciones se destinan en aparentar una felicidad tan efímera como el humo que intenta ser atrapado por las manos de un niño. Si pasan mucho tiempo viviendo en esa irrealidad, el castillo de sus conscientes comenzará cada vez a hacerse más pequeño y de menos puertas, así que terminan olvidando quienes son por completo y la mentira se convierte ahora en verdad, viven toda una vida creyendo que el problema son los otros. Es algo muy triste de ver para nosotros los niños internos. 

Este castillo podría considerarse como un puente que conecta al resto de los castillos que puedes ver de esta casa, algunos conocidos aunque no siempre entendidos; los letreros y las puertas por ejemplo, cambian porque tu mente hace que se coloquen al alcance de tu visión los que más necesites según el estado de la casa. Entre mayor conexión tengas con papa más puertas tendrás a tu disposición, pues aunque no lo parezca esta sala es aún muy pequeña, por lo que es mucho el camino que te queda por recorrer para conocerte a ti mismo. Ven, te mostraré.

Mi pequeño yo me tomó de la mano y me llevó hasta uno de los letreros que señalando  una puerta decía: “Señor R”, abrió la puerta y detrás de ella se encontraba el ático, exactamente como lo había dejado antes de tomar el vehículo de colores.

-Ahora que has sumado a tu verdad mi existencia, la puerta que conduce a mi lugar se encuentra aquí. Ahora inténtalo tú, prueba con la que quieras.

Miré a mi alrededor y me encontré con un manojo de letreros que cambiaban constantemente similar a los de un aeropuerto, vi algunos llamativos como: fobias y temores, enamoramientos, habilidades y destrezas, creatividad, buen humor, debilidades etc. Pero sin duda, uno llamó mi atención más que otro, pues como un destello veloz uno de los letreros cambió y mostro el nombre de: “Arlequín” señalando a una puerta en forma de naipe decorada de rombos rojos y blancos. Sentí un pinchazo en el pecho y cambié la vista hacia otro lugar, pero el señor “R” interrumpió mi pensamiento diciendo:

-Si, al igual que yo él también tiene ahora una puerta en este lugar, pero no temas, recuerda que más daño hace a las personas cuando su puerta no se encuentra en este castillo. 

Guardé un momento de silencio y entonces me vino lo que para mí era una idea obvia.

-¿Entonces el misterio también tiene una puerta?

El señor “R” levanto su mirada y señalando con su mano a uno de los letreros y dijo: Ahí la tienes

Una puerta de oro con relieves de figuras humanas con alas que sostenían al sol, apareció ante mí, y junto a ella un impulso increíble por abrirla y conocer a tan misterioso ser hasta ahora desconocido. Me acerqué casi corriendo a ella pero de pronto el suelo de la habitación comenzó a hacerse inestable como si su capacidad sólida se perdiera por una extraña magia y caminara ahora sobre una especie de colchón desinflado; detuve mis pasos por un momento y el suelo comenzó a volver a su normalidad por lo que supuse que se debía a mi euforia, la cual capaz de confundir mis sentidos en ese castillo entorpecía mi caminar. Me acerqué lentamente hasta llegar a la perilla de la puerta, la abrí despacio y ante mis ojos se presentó una enorme habitación llena de muchísimos objetos de todo tipo similar a un viejo deposito; en el área central una enorme biblioteca llena de libros viejos que se ubicaban de forma semicircular y en su centro un espejo de gran tamaño que reflejaba ahora mi sorprendida figura. Pregunté con infinita extrañes al señor “R”: ¿qué es todo esto?    
-Es mi papa para ti. Contestó aquel niño. Debes recordar que tanto mi papa como el arlequín son seres externos a ti, a diferencia de nosotros a ellos no puedes acceder con abrir una puerta de este castillo, pues solo te mostrará lo que ahora conoces de ellos y tus maneras de relacionarlo. Pero como ahora sabes que mi papa vive en ti, un espejo en medio de las teorías de los libros se presenta en esta habitación. Debes recordar en todo momento que todo lo que puedas entender de él es por medio de la revelación, pues no importa cuánto estudies y leas, sino vive en tu corazón los estudios serán solo cultivos de palabras complejas, aunque aquí no puedas verlo no quiere decir que no está, él te ha acompañado siempre y siempre lo hará pues su amor es inimaginable a la mente humana, a veces llegará como la brisa que reposa en el césped del jardín y otras como una bella mariposa que se posa en tus manos afligidas por el dolor; en ocasiones será el consejo de un amigo y otras tantas el aprendizaje tras el dolor que deja una traición. Él es la luz que guía tus pasos aun cuando camines en sombras, es tu mayor defensa ante tus demonios, tu dragón y el arlequín.

Guardé silencio por un momento y con algo de desilusión pero al mismo tiempo serenidad salí de la habitación y sorpresivamente un nuevo letrero llamó mi atención, a menos de un metro de distancia pude leer con claridad: “Demonios” y sin decir palabra alguna abrí la puerta.   

Me encontraba ahora en un cuarto completamente vacío pintado de rojo escarlata con una silla negra puesta en el medio y sobre ella el nudo de una soga. Aquella extraña imagen me sorprendió pero decidí volver a cerrar la puerta. Mi pequeño yo me miraba con una enorme sonrisa y solo me limité a decir en baja voz:

-Mejor ni pregunto. 

El soltó una carcajada y yo me dispuse a abrir otra nueva puerta, identificada por un letrero que decía: “conocimientos de ti”

Al abrir la puerta el grito de negación del señor “R” retumbó en el lugar con gran fuerza y de aquella puerta salió una enorme cantidad de…
Continuará

No hay comentarios:

Publicar un comentario