sábado, 7 de septiembre de 2013

Mi Amigo el Dragón (XI Parte)



El posó sus suaves y dulces manos sobre mis mejillas y dijo:

-Te has enfrentado a tus miedos, dolores y más grandes temores, has luchado con valentía con lo que por mucho tiempo has guardado en lo más hondo de ti, pero no lo derrotaste.

-¿O sea que estoy muerto?, pregunté sin ninguna preocupación ante tanta felicidad. El sonriendo contestó:

-No, no estás muerto. Estamos en tu imaginación, la manera en que proyectas a través de mí, tú alma y mi obrar en ella; aquí las leyes son eternas, físicamente no puedes morir en este lugar, pero partes que te integran pueden perecer según escoja tu voluntad. 

¿O sea que nada de esto es real?, pregunté extrañado. El sonriendo aún más solo dijo:

-La realidad mi amado hijito, no es algo ajeno a la mente.

Yo me encontraba confundido, pero sentía que habían tantas cosas por preguntar que no me atreví a detenerme en esa pregunta, pero él como adivinando mí pensar me dijo:

-Verás, como te dije anteriormente el amor es de toda las fuerzas la principal del universo, existe y opera en cada creatura, es mí esencia y una manera simple en la que puedes definirme si eso te preocupa. Por amor te creé y te he estado llamando a lo largo de tu vida, tengo pensado hacer de ti un gran instrumento; la decisión de contestarme siempre al igual que el resto de los seres humanos es, fue y será tuya, pues aunque pudiendo, te amo tanto que no interfiero en tu libertad para escoger. Al igual que el resto de la humanidad has nacido con la capacidad de discernir el bien del mal y en esa capacidad tu libertad juega un papel fundamental. Eres responsable de tus acciones en esta vida y luego de ella.

Yo estaba fascinado en el mayor estado de paz y plenitud que haya podido imaginar, pero de pronto me tomó de la mano y levantándose me invitó a caminar. Cuando me dispuse hacerlo noté que mi cuerpo estaba perfecto e intacto sin ningún rasguño, y como un cambio repentino de escenario me encontraba ahora caminando entre los pasillos de un centro comercial que conocía muy bien y visitaba frecuentemente; las personas parecían estar a un ritmo mucho más rápido que el nuestro, en el que apenas y podía distinguirles en sus veloces movimientos y caminar. Pero fue aún más sorpresivo ver que ahora caminaba de manos de un hombre negro, alto de bajo cabello y ojos negros, similar a un miembro de alguna tribu africana
.
Antes de poder decir nada por mi sorpresa, el hombre continuó con una sonrisa:

-Yo no creé a unos hombres y a otros no, todos son amados por mí incluso con las malas acciones de sus libertades. Lo externo es inverosímil y no sirve como belleza, pero aprenderlo conlleva a un largo caminar para los que no han aprendido a amar, incluso muy largo para ti. En ocasiones es tanta la vanidad que vive en los ojos humanos que son incapaces de ver la belleza que se esconde en ustedes mismos, y se preocupan por cuidar lo que el tiempo marchitará y el mundo olvidará.

-Yo intento en la medida que sea escuchado mostrar esa belleza, enseñarles a amar y cuanto les amo, enseñarles lo simple que es mi actuar y obrar en el mundo, pues aunque desarrollan la inteligencia suficiente como para construir una bomba de destrucción masiva no hacen lo mismo para aceptar que siempre estoy a su lado y que solos no pueden salvarse ni derrotar a ningún dragón. Por colocarte un ejemplo te traje aquí, donde las personas están tan afanadas de lo material que no pueden notar que estamos caminando absolutamente visibles entre ellos.

Yo veía todo pasar muy rápido en comparación a nosotros, pero al cabo de un instante pregunté: ¿si no estoy muerto realmente, quiere decir que debo volver?

El volteó sus grandes pero aun cautivantes ojos hacia mí y contestó: 

-Sí, debes volver. Debes hacerlo una y otra vez cuantas veces sea necesario, pues es mucho lo que te falta por recorrer. Tu Dragón ahora es más pequeño, pues lo has herido con la espada del perdón. Perdonarte a ti mismo y a otros hace que tus miedos y fracasos sean poco a poco integrados en tu vida como hechos puntuales que simplemente sucedieron y que puedes transformar en experiencias de aprendizaje y así no dejar que ellos acaben contigo. El escudo con el que te protegías era mi gracia, mi regalo ante el amor que te tengo, pero solo puede ser encontrado si las personas tienen la disposición de recibirlo. Ya sabes, aquello de no obligar a nadie por amor.

-Muchos de mis hijos claman a cada instante porque detenga sus dolores, dolores en los que muchas veces tienen culpa ellos mismo de padecer, pero olvidan su libertad para escoger, no entienden que ellos mismo son la fuerza que debe hacer el cambio, que deben enfrentar a sus dragones con mi gracia y compañía, pero que no puedo vencerlo por ellos. Es como el niño que sube de grado porque sus padres acuerdan con sus maestros y no por su propio esfuerzo. Estará en un nivel que no valorará pues no ha tenido mérito alguno ni ha hecho nada por conseguirlo. No entenderá mucho de lo que sus compañeros de clase entienden con facilidad y jamás podrá ser visto con igualdad por su maestro. 

Pero, ¿y las personas que padecen sufrimientos en los que no tienen culpa alguna?, ¿Por qué tienen que padecer el mal de otros?, ¿por qué no los salvas de ello?

En un instante estaba caminando en el medio de un campo de guerra, se escuchaban disparos y explosiones por todas partes. Gritos y hombres cayendo muertos, pude ver a uno ser asesinado en frente de su pequeño hijo, a una mujer que intentaban violar algunos soldados y muchas atrocidades más. Yo me sentía asustado y comencé a llorar, prefería abrazar a mi Padre con fuerza para no ver lo que estaba pasando; él me tomó con sus suaves manos y levanto mi rostro para seguir caminando, pero ahora todo estaba pasando muy rápido, de la misma forma que el centro comercial, y junto a mí estaba ahora propia madre, sujetándome de la mano con un rostro sonriente e inundado de paz.

-El mal de algunos es el sufrimiento de todos. Cuando el amor no ha sido descubierto por las personas, cometen en el mal uso de su libertad toda clase de actos en contra del amor. Pero debes entender que respetando su libertad no interfiero en sus acciones, todo esto que vez es necesario para que aprendan de sus errores más tarde o temprano y puedan vivir en el amor. Por lo tanto todo cuanto sucede, sucede por amor, por la libertad que les brinda mi amor, pero ello no significa que la historia está ajena a mi plan de salvación, que he abandonado a alguno de mis hijos o que me he ausentado en otras partes del universo, siempre tengo a ángeles cuidando de cada uno de ustedes; ahora mismo ves reflejado en mí a uno de ellos, uno muy valioso para ti.

-De un mal humano yo puedo sacar un bien eterno y a través del dolor que entre ustedes se causan puedo sacar la bondad, la piedad, la misericordia y la caridad de ustedes mismos. Mostrándoles la belleza que guardan en su interior.  

-Se preocupan por cosas que son ajenas a ustedes en vez de entregarlas en mis manos. Creen que la muerte de la carne es lo peor que les puede suceder cuando no saben si les resulta mejor estar vivos en este mundo que en mi regazo después de la muerte. Todo cuanto sucede tiene una razón de ser, pero yo que observo todo en la eternidad entiendo su preocupación en la finitud de sus cortas vidas. Nacen dragones por estos actos a cada instante y comienza el largo recorrido de entender como vencerlos.

Pero entonces, ¿cómo puedo vencerlo?, pregunté con ansias de un mayor saber. Él contestó…

Continuará

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